Cuando hablar un mismo idioma no sirve para comunicarse

Hoy cambio de tema y paso a recomendar una película muy galardonada: Mil años de oración, de Wayne Wang. Ha sido merecedora de la distinción a la Mejor película en el festival de cine de San Sebastián, recibió el premio Signis y el del Círculo de escritores cinematográficos. Además de todos estos galardones como Mejor película, también Henry O (Sr. Shi) ha recibido el premio al Mejor actor en el festival de cine de San Sebastián.

Es de destacar que esta película está basada en la novela Los buenos deseos, de Yiyun Li, que resulta ser la guionista de la película. El hecho de que la autora de la novela sea la guionista de la película ha sido, probablemente, uno de los factores que posibilitó el excelente resultado de la adaptación del libro a la pantalla grande.

Más allá de la profunda autocrítica a la sociedad china y del tema tan vigente de la incomunicación paterno-filial, lo que deseo destacar en este blog de traducción es la genialidad con la que se ha desarrollado el tema de la tan mentada barrera lingüística: el padre (Sr. Shi) y su única hija (Yilan) no tienen una buena comunicación aun cuando hablan el mismo idioma y su afecto es evidente. No obstante, el Sr. Shi puede “comunicarse” con una desconocida con la que habla algunas palabras en otro idioma, el inglés, un idioma que ni el chino ni su amiga iraní (Madam) hablan bien. Son realmente increíbles las escenas de comunicación-incomunicación entre estos dos perfectos desconocidos que se cuentan los dramas más profundos de sus vidas casi sin palabras (inteligibles por el otro). Incluso muchas veces cada uno de ellos asiente lo que dice el otro en su lengua materna, cuando evidentemente no lo entendió. Y así y todo, se comunican.

Una película que los lingüistas no podemos dejar de ver…