El español de República Dominicana

Cuando Colón llegó a América, en 1492, sus carabelas atracaron en el actual territorio de la República Dominicana. La isla, a la que bautizó La Española, se convirtió en el primer asentamiento europeo en América, y Santo Domingo, en la primera capital de España en el Nuevo Mundo. Es decir que también fue el primer lugar al que llegó el idioma español, teñido del andaluz, debido a que las expediciones al Nuevo Mundo se organizaban en esa zona de España.

La población indígena local, los taínos, se extinguieron completamente al cabo de 200 años de conquista a causa de guerras, epidemias y brutales condiciones de trabajo. Grandes contingentes de esclavos africanos la reemplazaron como mano de obra y en el proceso aportaron su lengua, que se encuentran en las palabras, la forma de hablar, el acento, los coloquialismos y las entonaciones. Ésta es una característica que la lengua de la República Dominicana comparte con el resto del Caribe.
Del africano viene la sintaxis del yoruba de Nigeria en la inversión del orden que se le da a las preguntas: “¿Adónde vas?”, “¿Qué quieres?”. También es el origen de otro fenómeno llamado lambdaización, que consiste en cambiar la implosiva al final de la sílaba por una l. Así, “cartel” se convierte en “caltel”, “caminar” en “caminal”, etc.

Actualmente las diferencias en la forma de hablar están muy marcadas por la clase social. Así, la clase alta aspira las s (“ahpira”, “vamoh”, “ehpecial”) y pronuncia una k en palabras como “objeto” (okjeto), “observar” (okservar). La clase popular tiene tendencia a acortar y unir palabras (“vamoacer” por “vamos a hacer”, por ejemplo).

Tal vez el fenómeno más curioso sea la influencia lingüística que proviene de los Estados Unidos. Los préstamos se convierten en nuevas palabras, que pueden parecer hasta autóctonas: “guachimán” (guardián / watchman), “zafacón” (basurero / safe can), “chizquéi” (cheesecake), “greifrú” (toronja / grapefruit), “crinchís” (queso crema / cream cheese) o “pariguayo”, que es una persona tonta o boba y proviene de party-watcher, los guardianes de las fiestas que pasaban horas quietos.

El español dominicano es parte del llamado español caribeño, y tiene como características específicas el seseo (no hay diferencia de pronunciación entre las letras s, z, y c, antes de e e i), el yeísmo (la ll pronunciada como y) y la ausencia del voseo.

En este enlace hay un breve glosario de términos dominicanos.