¿El idioma puede afectar nuestra forma de pensar?

 

Desde que comencé a estudiar una segunda lengua, he notado que cuando hablo en esta segunda lengua, siento como que asumo otra personalidad. Siempre se lo atribuí a mi acento extranjero y a mi incertidumbre ocasional en esta segunda lengua, que sin dudas me hace parecer menos segura. Sin embargo, se ha descubierto a través de investigaciones durante los últimos años que los idiomas mismos pueden afectar nuestra forma de pensar y entender nuestro entorno. En otras palabras, mi personalidad de habla inglesa puede reaccionar de manera diferente ante un hecho o comprenderlo de manera diferente que mi personalidad de habla española.

Hace poco, los científicos cognitivos han descubierto nuevas pruebas que demuestran que el idioma en efecto influye en la forma de ver nuestro entorno. Un ejemplo llamativo se pone de manifiesto en la investigación que realizaron las científicas sociales Alice Gaby y Lera Boroditsky. En un viaje a Australia, la pareja estudió a la comunidad aborigen Pormpuraaw, cuyo idioma indígena solo se refiere al espacio en términos de puntos cardinales absolutos (en contraposición con los sencillos “derecha” e “izquierda”). Gaby y Boroditsky llevaron a cabo un experimento que consistió en colocar imágenes de progresiones temporales, como el envejecimiento humano, frente a los pormpuraaw y les pidieron que las ordenaran en el orden correcto. A diferencia de los angloparlantes que ordenan el tiempo de izquierda a derecha o las personas que hablan hebreo que ordenan el tiempo de derecha a izquierda, los pormpuraaw ordenaron el tiempo de este a oeste. En otras palabras, ordenaron las imágenes de izquierda a derecha cuando miraban al sur y de derecha a izquierda cuando miraban al norte.

Otra forma en que el idioma afecta nuestra forma de pensar, y lo he notado cuando yo misma cambio del inglés al español, tiene que ver con la causalidad. Por ejemplo, para describir un accidente, los angloparlantes suelen asignar el sujeto que lleva a cabo la acción (“Julia rompió el vaso”). Por otro lado, las personas que hablan español y japonés probablemente dirán “el vaso se rompió”. Se ha demostrado que estas estructuras diferentes tienen consecuencias importantes a la hora de recordar acontecimientos y culpar a otros. Por ejemplo, en un estudio que se realizó en Stanford, personas de habla japonesa, española e inglesa vieron videos de personas que escupían o rompían cosas. Las que hablaban japonés y español tendían a recordar menos quién había causado los accidentes en comparación con los angloparlantes.

Esta investigación tiene muchas implicancias importantes en los campos de la lingüística y el idioma. En particular, brinda más pruebas de las marcadas diferencias en los idiomas del mundo y la importancia de trabajar con expertos en idiomas para satisfacer las necesidades de traducción. Trusted Translations, líder mundial en servicios de traducción multilingüe, cuenta con cientos de expertos en idiomas y puede brindarle una cotización gratis para su próximo proyecto de traducción.

 

Traducción del orginal de Julia S.