La traducción de la gestualidad

okkkEn entradas anteriores mencionamos medio de soslayo el trabajo de la traducción de películas, series de TV y demás material audiovisual. En dicha entrada, y en abordajes similares, se da por sentado que el traductor debe circunscribir su trabajo a la comunicación verbal de los personajes. Pero, ¿qué ocurre con toda la comunicación no verbal? ¿Qué debe hacer el traductor con las expresiones faciales, los gestos manuales, etc?

La película inglesa Withnail and I es un gran desafío para los traductores por el acento ininteligible de varios de sus personajes. En dicho filme, el encargado de una taberna rural se golpea la nariz con el dedo índice, para dar a entender que lo que está por decirles a los protagonistas debe permanecer en secreto. Este gesto escaparía a la gran mayoría de los espectadores que no contaran con una “traducción” de dicho ademán.

El caso de Bastardos sin gloria, donde un personaje disfrazado de soldado alemán se delata a sí mismo cuando exhibe el número tres con los dedos para ordenar una ronda de tragos, hace de la comunicación no verbal uno de los momentos de mayor tensión de la película y exime a los traductores del guión de toda necesidad de profundizar en la diferencia entre un gesto y otro (usar el pulgar, el índice y el medio o usar el índice, medio y anular para indicar el número tres).

En Argentina o en Italia, juntar las puntas de los dedos de la mano hacia arriba transmite un interrogante mientras que el mismo gesto en Israel expresa la voluntad de que el receptor de dicho gesto interrumpa su discurso.

El ofensivo dedo medio elevado, aunque bastante internacional, cuenta con una equivalencia en las islas del Reino Unido, donde se utilizan los dedos índice y medio para conferir un significado similar. Cuenta la leyenda que en uno de los enfrentamientos bélicos entre Francia e Inglaterra, ésta última había conseguido neutralizar la ofensiva de las flechas galas cortándoles el dedo medio a los arqueros franceses (sin este dedo les era imposible lanzar las flechas). Entonces, los ingleses empezaron a levantar los dedos índice y medio para mofarse de esta situación.

Es posible y hasta esperable que el cine fuerce el contraste de los gestos de los distintos rincones del mundo, como también es factible que el trabajo de los traductores en algún momento –necesidad mediante– trascienda el ámbito de la comunicación verbal y escrita para alcanzar el terreno de la gestualidad. Lo esperaremos con un pulgar hacia arriba.