La traducción de las malas palabras en TV

20394504Si bien es muy posible que la nueva ley de doblaje signifique un empujón inédito para el sector de los traductores, la nueva normativa podría marcar el fin de un fenómeno que desde hace décadas viene llamando la atención de lingüistas y estudiosos del lenguaje por igual.

Es bien sabido que generaciones de niños argentinos han crecido adoptando una variedad del español diferente a la suya al momento de ponerse a jugar. Y es en el contexto de estas situaciones lúdicas, cuando los niños encarnan los diálogos de los personajes de sus juegos, que se manifiesta este fenómeno tan particular y donde asoman estas diferencias dialectales como el uso del pronombre personal en lugar de vos que distingue e identifica a los distintos dialectos hablados en Argentina. Esta variedad coincidía (y era producto de escuchar durante largas horas) con la variedad del español con la que están doblados los programas de televisión. Los guiones de estos programas están traducidos y doblados por personas oriundas de países cuya variedad del español difiere en muchos sentidos de la variedad vernácula.

Antes de que el nuevo proyecto de ley de doblaje llegara al Parlamento, se habían dado contados casos en los que distintos productos televisivos comenzaron a apartarse de la variedad dominante de los programas doblados. La serie animada South Park, por ejemplo, salió al aire en 1999 por Canal Azul (actualmente Canal 9) y tras un mes en pantalla y repercusiones positivas sólo en un suplemento juvenil, la serie fue derivada a la televisión por cable. Es posible que la alta carga de improperios por oración llevara a que la emisora que empezó a transmitir el programa reconsiderara la traducción incluida en el paquete comprado a Warner Bros a través de Comedy Central (https://www.squidoo.com/south-park-serie). La adaptación local de la tira creada por Trey Parker (1969) y Matt Stone (1971), si bien conservó muchos de los criterios del estilo imperante de traducción, inauguró una nueva modalidad de traducción de vocablos (mayormente insultos, términos escatológicos y motes peyorativos) que hasta entonces estaba supeditada a la variedad usada por traductores y actores de voz extranjeros. Como nunca había ocurrido antes, las denominadas “malas palabras” empezaban a sonar de manera familiar.

Entre los ejemplos que más profundamente han calado en los niños nacidos a partir del 1970, además del ya mencionado pronombre , se destacan “maldito”, “demonio”, “emparedado”, “matrícula” y la lista sigue. Ahora bien, ¿nos encontramos acaso en los albores del fin de un ciclo? ¿Acaso las futuras generaciones dejarán de «switchear» al español neutro al momento de jugar?