Lo verosímil o lo posible: un dilema cinematográfico

El otro día me preguntaba cuál habrá sido la primera película en la que se representó a una comunidad lingüística que hablara un idioma distinto al de aquella en la que se originó la película. Dicho interrogante no surge sino del escozor que me producía (y aún me produce) ver a actores que hacen de jerarcas nazis (por dar un ejemplo) hablando en inglés con tonada germana. ¿A qué se debe esto? ¿Acaso las producciones cinematográficas no cuentan con suficiente presupuesto para entrenar a los actores a encarnar a sus personajes de manera más fidedigna?

El caso de La Pasión de Cristo ha sentado un precedente bastante significativo en este sentido. Quien haya visto la película en su versión original habrá notado que el idioma que hablan los actores completa a la perfección un retrato de época. ¿Habría tenido el mismo efecto la representación de un momento histórico tan importante para la civilización occidental con actores hablando en inglés antiguo?

Tal vez el meollo de la cuestión radique allí, en la tensión que existe entre lo verosímil y lo comercialmente factible. Todo indica que este dilema, el que de un lado tiene a lo costoso pero verosímil y, del otro, a lo accesible pero (en ocasiones) incongruente, parece ser tan ubicuo como ineludible. Optar por lo verosímil, dicen los entendidos, además de significar un costo elevado en concepto de servicios lingüísticos, ha demostrado ser un obstáculo para una eficaz distribución de la obra en mercados foráneos.

Renunciar a la pretensión de verosimilitud puede tener beneficios comerciales claros y concretos: resulta materialmente más viable hacer que un elenco encarne sus personajes en un solo idioma (máxime si se trata del idioma dominante en occidente y ni hablar si es el idioma principal de la mayoría de los actores). Por otro lado, la localización de un producto en inglés puede resultar más factible que uno en un idioma muy poco (o nada) utilizado.

Por último, si hay algo que puede darse por sentado, es que en Hollywood nada está librado al azar. Si en una película vemos a un actor vestido de legionario romano hablando inglés, podemos suponer con algo de certeza que fue producto de una decisión meditada y calculada. Y si lo verosímil de una historia resulta afectado negativamente, posiblemente compense su potencial llegada más allá de las fronteras del mundo angloparlante.