Dichos populares

LAS PAREDES OYEN (Walls have ears)
Durante la segunda mitad del siglo XVI en Francia, Catalina de Médicis hizo construir conductos acústicos en las paredes de sus palacios, para poder oír lo que se hablaba en las otras habitaciones y así poder enterarse si se conspiraba en su contra.

LÁGRIMAS DE COCODRILO (Crocodile tears)
En la antigüedad se decía que los cocodrilos atraían a sus víctimas mediante un extraño quejido, muy similar al llanto.
Hoy en día se sabe que las lágrimas del cocodrilo son una secreción acuosa que mantiene húmedos los ojos del animal cuando está fuera del agua. Las glándulas salivales y las lacrimales de este animal están situadas muy cerca unas de las otras por lo que se estimulan constantemente y el animal parece llorar mientras come.

HAY (O NO HAY) MOROS EN LA COSTA (The coast is clear)
En la antigüedad, la zona mediterránea española fue objeto de frecuentes ataques por parte de los habitantes de la región noroeste de África.
A causa de ello, los pueblos ribereños se encontraban en constante peligro y levantaron atalayas a lo largo de la costa. Desde allí vigilaban el mar y en cuanto avistaban las naves enemigas, el centinela comenzaba a gritar: «¡Hay moros en la costa!».

BRILLAR POR SU AUSENCIA (To be conspicuous by his absence)
Entre los antiguos romanos existía la costumbre de mostrar en los servicios fúnebres los retratos de todos los antepasados del difunto.
No obstante, en el funeral de Junia, viuda de Casio y hermana de Bruto, el asesino de Julio César, faltaban los retratos de estos dos criminales, de lo que todos los presentes se dieron cuenta.

SE ARMÓ LA GORDA (There was a great hullabaloo)
“La gorda” es una expresión que se utilizó antes de La Revolución de 1868, cuando la reina de España Isabel II fue obligada a abandonar el poder, prediciendo la misma revolución.
Hoy se usa cada vez que alguien quiere hacer referencia a un hecho de mucha trascendencia, muy ruidoso o de mucha gravedad.

PONER LAS MANOS EN EL FUEGO (To stake one’s life on someone)
Tiene su origen en la época en que se practicaba el juicio de Dios para dictar sentencia. Estos juicios consistían en tomar hierros candentes o poner una lumbre en la mano. Si la persona salía de la prueba indemne o con poco daño, se la consideraba inocente.
Con el transcurso del tiempo, la frase comenzó a usarse en sentido figurado para manifestar un respaldo total por alguien.

IR DE PUNTA EN BLANCO (In full armour)
En los antiguos usos de la caballería, el dicho no se aplicaba a la ropa, sino a las armas de los caballeros, que, como eran de acero bruñido, brillaban al sol con una blancura resplandeciente. Por lo que se decía que los caballeros iban de punta en blanco.

PONERSE LAS BOTAS (To feather one’s nest)
Hace mucho tiempo, el calzado representaba la clase social a la que pertenecía una persona. Las botas, por ejemplo, sólo eran usadas por los caballeros ricos y poderosos, mientras que la gente común usaba zapatos bajos.
Cuando alguien accedía al uso de las botas, el resto del pueblo solía decir: “Se puso las botas”.

LA TERCERA ES LA VENCIDA (Third time lucky!)
Su origen parece estar en la lucha cuerpo a cuerpo, donde ganaba el luchador que derribaba tres veces a su contrincante, o donde ganaba el luchador que mejor se desempeñaba a lo largo de tres juegos.
También tenemos un ejemplo en el ámbito judicial en los siglos XVI y XVII, donde se establecía la pena de muerte al tercer robo.