¿Dónde van las lenguas cuando mueren?

Hemos hablado en otras ocasiones acerca de cómo algunas lenguas muertas, como el latín, en realidad no están tan muertas, y de hecho han seguido desarrollándose incluso después de que se las diera por desaparecidas, pero existe un grupo de lenguas que han efectivamente desaparecido de la faz de la tierra. En este post veremos brevemente dos casos, el huno y el etrusco.

A pesar de haber conquistado casi todo el continente europeo y buena parte de Asia, no existen prácticamente registros de la lengua de los hunos. Actualmente se considera que el huno no puede clasificarse y no existe un consenso en cuanto a sus afinidades con otras lenguas. Algunos contemporáneos preservaron unas pocas palabras, y si bien sus nombres tribales parecen tener un origen túrquico, las únicas tres palabras que se conocen aparte de los nombres propios (medos, un tipo de bebida parecida a la hidromiel; kamos, una bebida hecha a partir de cebada; y strava, un banquete fúnebre) tendrían su origen en lenguas no túrquicas. Así que hoy en día se sigue debatiendo si el huno fue un idioma túrquico, altáico, indo-europeo o incluso una lengua que se haya desarrollado de manera aislada.

Otro pueblo muy conocido pero del cual se tienen pocos registros lingüísticos son los etruscos. Se cree que el último hablante de este idioma, que durante siglos compitió con el latín como lengua de la región que hoy es Italia central, fue Caesar Claudius, cuya compilación sobre la historia de los etruscos se perdió, privando así a la humanidad de una muy valiosa fuente de conocimiento sobre este pueblo. Hoy, las referencias que nos quedan de su lengua, que aparentemente no estaría emparentada con las lenguas indo-europeas, son principalmente epitafios o fórmulas votivas breves y repetitivas. Fuera de éstas, de los pocos registros de mayor extensión que existen, los más llamativos son el Liber Linteus, un texto etrusco de unas 1300 palabras que tiene la particularidad de haber sido cortado en tiras y utilizado para envolver una momia, y la inscripción de Pyrgi, un texto bilingüe en etrusco y púnico-fenicio escrito sobre láminas de oro. Este último es el registro que más ha aportado al estudio de la lengua etrusca, ya que el texto púnico-fenicio es perfectamente traducible por ser una lengua de la cual tenemos mayor conocimiento.

Más allá de estos registros y el hecho de que el etrusco se escribía con una variante del alfabeto griego (cosa que lo hace legible, aunque no inteligible), al igual que el huno, es un idioma cuyo desarrollo ha quedado trunco y se ha dejado de usar hace varios siglos, cosa que hace prácticamente imposible tener una idea clara y acabada de cómo hablaban y se comunicaban estos pueblos.

Eso es todo por hoy. Los invitamos a añadir otras lenguas de este tipo en los comentarios.