Los traductores y los conflictos internacionales

Muchas veces se pregunta cuál sería la peor puesta en práctica de tal o cual oficio. En el caso de los traductores, dejando de lado aquellas instancias que presuponen condiciones laborales materialmente desfavorables, el traductor de guerra podría ocupar sin mucho esfuerzo los primeros puestos de la escala.

Ocurre que cuando pensamos en los traductores jamás se nos ocurre pensar en el papel que estas figuras tuvieron a lo largo de los conflictos más importantes de la historia, sobre todo durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando las confrontaciones alcanzaron un nivel internacional que necesitaba ciertas figuras presentes como los traductores y los intérpretes y que desempeñaban actividades que iban mucho más allá de la de eslabón comunicativo entre dos lenguas. La comunicación y el lenguaje tuvieron un papel fundamental a distintos niveles, como son la efectividad operacional, la comunicación en el frente y sobre todo, en la paz y el mantenimiento de la misma. Sí. Los traductores e intérpretes no solo son y fueron útiles para el desarrollo de la guerra, sino que también son esenciales para la paz y su mantenimiento.

Sin embargo, desde el punto de vista mediático y social, la vida de los traductores parece carecer de la importancia que se otorga a la de las tropas de pacificación. Es más, en muchas ocasiones se transmite la percepción de que se conoce muy poco sobre el intérprete de guerra, frente al superior grado de reconocimiento de figuras como los profesionales de la sanidad o los cooperantes voluntarios.

Debido a la escasa atención que los medios de comunicación y la sociedad en general le prestan a la figura de estos profesionales, que en muchas ocasiones desempeñan su tarea en condiciones sumamente difíciles, se produce un reconocimiento unánime de la figura del traductor en conflictos bélicos quienes con frecuencia ejercen labores adicionales en calidad de guías del terreno que se pisa (puesto que suelen ser nativos de la zona).

En Saving Private Ryan, el capitán del escuadrón del ejército estadounidense que va en busca del soldado que le da nombre al célebre filme bélico de Steven Spielberg, recurre al cabo/lingüista Timothy E. Upham para hacerse entender y comprender al ejército enemigo. Menos conocido es el rol de los traductores intra-ejércitos, como el caso de aquellos profesionales que median entre los miembros de la Armada Británica y los Gurkhas, soldados a sueldo oriundos de Nepal quienes sirven en unidades especiales de las fuerzas armadas del Reino Unido, entre otros.