El legado griego

Hoy en día Grecia se coloca en el foco internacional cuando se celebran los Juegos Olímpicos, ya que son la continuación de una antigua tradición helénica en honor a los dioses del Olimpo. ¿Y cuál es el origen del idioma griego?

Las lenguas griegas conforman la subfamilia helénica dentro de la gran familia de lenguas indoeuropeas. Es el grupo de lenguas cuyo desarrollo histórico puede rastrearse por más tiempo. Durante el segundo milenio antes de Cristo llegó a la península griega y algunas islas del Egeo la primera ola de hablantes de dialectos griegos. Homero los denomina aqueos y su idioma parece ser la base de lo que más tarde fueron los dialectos jónico-áticos. Se sabe muy poco sobre los pelásgos, que fueron los hablantes que habitaban la península antes de la llegada de los griegos. De los hablantes pre-griegos aún se conserva el grupo -nth- y -ss- como en Knossos, Korinththos, Zakinthos, akantha (arbusto espinoso), kyparissos (ciprés). Tampoco se sabe mucho de los minoicos de Creta que legaron numerosas inscripciones en Lineal A, una lengua muy probablemente no indoeuropea.

Los aqueos dieron origen a la importante civilización micénica que brilló durante la Edad de Bronce, que abarca desde el 1500 a.C. hasta el 1100 a.C. Del griego de esta cultura tenemos las inscripciones en Lineal B, basado en el modelo no indoeuropeo del Lineal A. A las lenguas de esta civilización se las conoce como dialectos arcadio-chipirotas. En el siglo XI a.C. la civilización minoica llega a su fin debido a la invasión de los dialectos dóricos que ocuparon el Peloponeso y Grecia Oriental. Entre los siglos IX y VIII a.C. se escribieron los poemas homéricos, basados en una tradición oral anterior, que se remontaría a la época micénica. Estos poemas cuentan con una mezcla de dialectos eolios y jónicos en un alfabeto de modelo fenicio.

El dialecto ático de Atenas con una fuerte influencia jónica es la base del griego clásico, lengua utilizada en un despliegue literario sin parangón a cargo de luminarias tales como Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Safo, Anacreonte, Píndaro, Menandro, Platón, Aristóteles, Demóstenes, Herodoto, Tucídides y Jenofonte.

Hacia los primeros años de nuestra era, este griego clásico había sufrido ciertos cambios fonéticos y se habían eliminado algunas peculiaridades que distinguían el dialecto de Atenas, dando lugar al griego común o helenístico utilizado por los autores de Alejandría y Bizancio. Durante el período bizantino se registran ciertos cambios fonéticos, los que dieron lugar al griego bizantino, base del griego moderno.